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El lugar y la mirada

El amor a la ciudad



La Habana se dibuja, crece, se define, sobre el cielo luminoso del atardecer. Y con esta visión se precisa, extiende y profundiza, se afirman los valores eminentemente espectaculares de la ciudad... La entrada de su puerto parece obra de un habilísimo escenógrafo. Como en Brujas, donde un arquitecto ha tenido la genial idea de instalar la estación de ferrocarril en una catedral gótica, el turista se encuentra con una visión que no defrauda sus ilusiones rómanticas, la de los castillos coloniales, con fosos y atalayas, que son una materialización tangible de imágenes impuestas a su espíritu por la lectura de novelas o relatos históricos. La Habana es, además, de todos los puertos que conozco, el único que ofrezca tan exacta sensación de que el barco, al llegar, penetra dentro de la ciudad. Alejo Carpentier 

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